Despedir el año con un ´Sí Quiero`

Decirme si miento cuando afirmo que a lo largo del año las madres tienen por norma andar a mil por hora. Pero ¿y en Navidades?… ¡en Navidades van a dos mil!. Está claro que la mía no iba a quedarse atrás. Aun más si hablamos de un 31 de diciembre. Imaginaros: mi querida madre en la cocina, con un moscato en la mano izquierda mientras que con la derecha, con mucho arte, ponía a punto la sopa.

De unos años para acá, en esas fechas, la mesa es sota, caballo y rey. Ya puede haber cabracho, gambones, sopa… ¡el cachopo plato estrella! (sin ningún parecido a lo que Ferran Adriá comparó ayer mismo con una croqueta en su visita a Avilés, para croquetas, las de mi abuela, con todo lo que eso conlleva…). Este año, a servidor le dio por ponerse a adobar filetes. Me tocó lidiar con varias cabezas de ajos. Pelearme con otras tantas cebollas. Triturar perejil como el mismísimo Arguiñano… El reloj marcaba ya las cinco. Que os voy a contar. Diez minutos tuve las manos a remojo. Pero para que preocuparse. Ya tenía el equipo dentro del coche. Preparado. A y media, rumbo a Cudillero. Me tocaba despedir el año. De la mejor forma, trabajando.

Llegué antes que los novios. Mientras recorría los rincones de La Casona, en el salón principal Los Cómodos ensayaban un ´Sabor de amor` que dedicarían poco después. El padre de la novia de la mano con su nieto, hacía labores de anfitrión, mientras su hija se vestía arriba, junto a su madre y hermana. En el exterior hacía frío, mucho frío, pero a medida que la gente iba llegando, la recepción se quedaba pequeña y el ambiente se disfrutaba acogedor. El abuelo a un lado, junto a la puerta, apuraba el cigarro. Justo apareció el novio, Pedro, al que le bastó una sonrisa para saludar a todo el mundo y después se acercó uno a uno. Pude ser de los primeros en darle un abrazo, solo me quedaba felicitarlo y seguir, disfrutando, en un segundo plano. El tiempo, en un momento, se detuvo. Desapareció por completo el protocolo. Aun no se le esperaba, cuando hizo entrada Estela. Muchos comentarios la comparaban con una estrella. Escuchando las palabras de un buen amigo, aquella noche la que más brillaba era ella. Y es que quien iba a esperarse coincidir con la pareja. Con los dos juntos. En la misma habitación. El reloj de nuevo empezó a andar, a escasos minutos de atravesar aquel salón que nos llevaría al exterior. A despedir el año con un ´Sí Quiero`. Donde frío y una enorme luna fueron testigos de excepción.

Siempre le digo a “mis parejas” que cada boda es un mundo. Lo bonito quizás sea eso. La naturalidad. La espontaneidad de dejarse llevar. De no seguir patrones y disfrutar lo que la vida nos da. No saber, nunca, a que nos vamos a enfrentar.

Enhorabuena chicos. Un millón de gracias.

Sergio

Despedir el año con boda

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