-Sergio… vamos a tener todas las fotos, ¡para qué queremos el álbum!. Ya nos lo hacemos nosotros-.
Esta es una de las frases que alguna vez he escuchado por parte de los novios en nuestro primer encuentro.
Hace ocho años, cuando empezaba en el mundo de las bodas, una de las cosas que tenía clara es que el recuerdo que se llevarían los novios tendría que ser especial. El día de vuestra boda será uno de los días más importantes de vuestra vida. Tal cual. Por aquel entonces lo tenía ahí, ¡escrito en un post-it mental en esta cabeza que me han dado!. Y hoy lo sigo teniendo presente. Tiendo a ser bastante perfeccionista en ese aspecto y por ese motivo entrego las cosas como a mi me gustaría recibirlas. Para otros temas de la vida cotidiana, como para acordarme de pagar la zona azul, soy un desastre. Lo reconozco.
Mi círculo más cercano sabe que Loles, mi madre, tiene unas manos de oro. Siempre se le dieron bien las manualidades, llegó a dedicarse profesionalmente a la cerámica. Una verdadera artista. Dadas las circunstancias, le propuse la posibilidad de que fuese la encargada del encuadernado de mis álbumes. Después de hablar con los novios, le trasladaba la idea y ella convertía aquel sueño en realidad. Era posible llegar a casa y encontrarse medio salón, parte de la cocina, “el taller” y alguna habitación con botes de cola de encuadernar, cartones y rollos de lino mimetizados en casa. Pilas de libros y más libros a modo de prensas artesanales. Incluso olor a madera. A nogalina. Porque también tenía el detalle de realizar los estuches de madera que servirían para guardar el álbum. Una pieza única. Allí, en aquellos inicios, en casa se cocinaba algo que se convertiría en alta cocina. ¡Y tenía muy buena pinta!.
Con el paso del tiempo, el aumento del volumen de historias que contar, me obligo a dar el merecido descanso a aquellas manos e iniciar la búsqueda a una alternativa, siempre bajo la supervisión de ella, de mi madre, que mantuviese intacta la impronta de su trabajo. Tras horas y horas de búsqueda. De pruebas, de intercambios de opiniones, conseguimos dar con la formula que más similitudes presentaba respecto a aquella manera de trabajar.
Para mí, el álbum es pieza esencial en cada reportaje. Algunas parejas tienden a relevarlo a un segundo plano. Pararos a pensar un instante. Cuando me dais el “Si, queremos que seas nuestro fotógrafo”, lo hacéis porque habéis visto algo especial en mi imágenes. Naturalidad. Realidad. Aquí y ahora puedo aseguraros que el álbum que os ofrezco es el broche ideal a vuestro reportaje. Atemporal. La mejor forma mantener para el recuerdo esos momentos claves: miradas, sonrisas, lagrimas, abrazos. La sucesión de un instante. Vuestra historia narrada en imágenes, de una forma ordenada, donde cada fotografía tiene sentido y un porqué. Y cosa importante: en papel. El álbum sera un elemento más en vuestro hogar. Os apetecerá cogerlo. Abrirlo. Olerlo. Sera disfrutado por los protagonistas de la historia y por aquellos que sean invitados a ser participes de ella. En mis álbumes narro con detalle los acontecimientos más importantes. Desde el principio. Sois vosotros los encargados de seleccionar los momentos esenciales que formaran parte de su interior; de elegir el acabado de sus tapas; de combinar linos; grabar vuestros nombres. Yo me centrare en que todos los elementos funcionen y tengáis en vuestras manos el mejor de los recuerdos.
Hoy entiendo todo: antes, desde bien pequeño, abría un libro y no leía. ¡Siempre me fijaba en los dibujos!. Ahora, la cosa ha cambiado. No me fijo en los dibujos, me fijo en las fotografías. Os prometo que empezare a leer, pero eso si, dejarme contar vuestra historia.